La ciudad de Arequipa es conocida por estar rodeada de tres imponentes volcanes activos, el Misti, el Chachani y el Picchu Picchu, por la «momia Juanita», encontrada en lo alto del volcán Ampato en los años 90 y también por su delicioso «queso helado».
Pero una de las cosas que la hace única es el uso de la piedra de sillar para las construcciones, de color blanco, que le dan el apodo de Arequipa, «la ciudad blanca», con contrafuertes diseñados para soportar mejor los terremotos. Me han dicho que hay unas canteras en las que extraen el sillar y decido visitarlas.
Claustro de la Compañía de Jesús, de sillar |
Paro el primer taxi que encuentro y le pregunto para ir hacía allí. El conductor se llama César (tel +51 947 874 921) y es bien aventurero, fantástico para explorar las canteras y circular por algunos caminos de cabra.
La Cantera de Añashuayco
Llegamos a un punto de información, pagamos la entrada y nos encontramos en medio de un valle ancho de donde extraen el sillar. En una pared han hecho un relieve de un hombre trabajando el sillar en medio de unas columnas que le dan un aire muy solemne. También hay bandera de Perú grabada en una pared.
El sillar es una piedra de origen volcánico proveniente del Chachani. Parece que una gran nube de gas con fragmentos ígneos muy pequeños invadieron la superficie a los pies del volcán a una velocidad muy alta, y al perder velocidad, estos fragmentos se fusionaron a causa de la temperatura, creando una capa de «sillar».
Claudio en Añashuayco |
Me cuenta que es un trabajo duro. Mastica hojas de coca para tener menos hambre y porque dice que le protege los pulmones, como si la coca hiciera de filtro. Aunque el trabajo se podría realizar con máquina, es habitual cortar la piedra de forma manual, siendo artesanal.
Con César, bajamos en coche por medio del Valle por un camino lleno de piedras y unos trabajadores de la zona nos saludan desde un camión que se lleva los bloques ya cortados de «sillar».
Giramos a la derecha hasta la carretera asfaltada AR 114 (que va de La Joya a Arequipa) y continuamos unos kilómetros en medio del barrio de Cerro Colorado. Más y más gente han realizado asentamientos en medio del desierto, en lugares sin agua ni servicios atraídos por las oportunidades laborales de la ciudad.
La cantera de Culebrillas
Seguimos señales durante media hora hasta llegar a Culebrillas (Google Mpas de Culebrillas): una espectacular brecha de sillar se abre delante de nosotros, con caminos polvorientos y grupos dispersos de hombres trabajando, protegiéndose el cuerpo y la cara de el polvo y del sol con telas.
Joel y pila de rocas de sillar terminadas y preparadas para transportar |
Hablo con los hermanos José y Daniel Castañeda, que me dicen que son del norte, de Chimbote, donde eran pescadores. Al casarse, empezaron a trabajar con el suegro en la cantera. Dice que les pagan unos 5 soles (como 1.5 dólares) por piedra y que cobran unos 1200 soles al mes, 370 dólares.
Me explican que por el sonido que hace la pared de piedra al golpearla pueden saber si va a caer o no, y la derriban para cortar los bloques a un tamaño establecido que haga fácil a los obreros levantar y trabajar la piedra.
Si quereis ver en detalle cómo se corta un bloque de «sillar» podéis ver este interesante vídeo de los hermanos Castañeda en acción:
Sigo por la garganta viendo diferentes grupos de trabajadores. Algunos me indican una zona donde hay marcas en las paredes de los «antiguos», del 300 al 1400 dc, y algunas más nuevas, con formas de animales (camélidos, ciervos, aves), geométricas, del sol… Para los «antiguos» este tipo de sitios eran una «paqarina», un lugar sagrado de origen de los humanos y de los animales.
Para terminar el día volvemos por Cortinada por un camino lleno de rocas hasta Uchumayo y de aquí hacia Arequipa, con un paisaje fantástico de desierto y huertas a lo largo del río Chili, que bien podría ser el mismo camino que hicieron las piedras de «sillar» hasta llegar a ser parte de las imponentes casas, catedrales y monasterios de la ciudad de Arequipa.
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