Una vez subido el Misti me organizo para ir hacia el Cañón del Colca, el segundo más profundo del mundo con 4.150 metros de profundidad, a 165 km al noroeste de Arequipa.
Junto a la «terminal terrestre» de Arequipa hay unas furgos que me llevan a Chivay (15 soles, 3h), pasando a casi 5000 metros de altura, con vicuñas, alpacas y llamas pastando. Las vicuñas son un pariente de la llama (camélidos) que viven de forma salvaje a grandes alturas y que tienen un mechón de pelo en el pecho que es muy apreciado por ser un material textil muy fino y de mucha calidad.
De Chivay tomo un bus y llego a Cabanaconde, base turística del Cañón del Colca. Es un pueblecito con cierto encanto rural, animales por la calle, niños jugando a las canicas y mujeres con sombreros y ropas de color blanco con bordados típicos de la cultura Cabana.
Una excursión de dos días por el Cañón del Colca
Al día siguiente salgo a las 7 de la mañana (para evitar el sol) con tienda, saco y hornillo para explorar el Cañón del Colca (también hay pequeños hostales por el camino para poder hacerlo bien ligero).
Voy de Cabanaconde en San Juan de Chucho, una bajada impresionante en un terreno seco lleno de cactus. Por el camino me encuentro un niño con unas mulas, que está muy emocionado porque ha encontrado una cebolla. La tira a los pies de las mulas para que avancen más deprisa y en 2 minutos la cebolla está destrozada.
Me pregunta por qué tengo barba y porque soy tan peludo. Le digo que así soy. Le pregunto cómo se llama y me contesta: «Pedro, Perrrrrooooo». Le pregunto cómo es su escuela. Me dice: «feeeeeea».
Este niño es un reflejo del paisaje, árido, inhóspito y auténtico, domesticado por los incas a través de unos canales de irrigación que transforman los lugares por donde pasan en un oasis, haciendo una bonita combinación verde y amarilla.
Pedrito y el Cañón de Colca |
Cuando llego al río, me encuentro un chico que pesca truchas con una red y su «enamorada». La gente local se dedica básicamente a la agricultura, el turismo y a recoger «cochinilla», un insecto que crece en los cactus, muy apreciado para teñir ropa.
Tinte de la cochinilla y cochinillas a la derecha |
Oasis y Sangalle al fondo del valle, Malata arriba. Verdes y amarillos. |
Al día siguiente subo al pueblo de Tapay donde la gente me saluda con un rápido «Hola» pero no están muy interesados en interactuar, están cansados de guiris, creo.
De allí bajo a Malata y voy hacia Oasis abajo del todo del «Cañón», gran error, ya que es un lugar totalmente turístico, no hay ninguna casa local, solo hostales con piscinas para gringos.
Si hacéis este hike alguna vez os recomiendo no ir a Oasis y de Malata ir a Llahuar, un pueblo con hostales que tiene piscinas termales, sin perder altura. Desde aquí podéis volver a Cabanaconde caminando o en «carro».
Una vez me he bañado en la piscina y he bebido una «Arequipeña» en Oasis, ya no me quedan ganas de volver a subir hasta Llahuar, y subo con un madrileño, una irlandesa y un israelí hacia Cabanaconde, donde llegamos reventados y lo celebramos con una merecida «chela». Podéis ver un mapa de la zona aquí:
Una visita a la Cruz del Cóndor
Al día siguiente decido hacer día de descanso y subo con el bus de las 7 de la mañana hacia «La Cruz del Cóndor». A mi lado hay dos hippies peruanos que van a vender brazaletes en este popular mirador, donde la gente va para ver cóndores. Están practicando ruso y me parece muy curioso e inútil aprender ruso en un lugar tan aislado en medio de los Andes.
¡Pero cuando llegamos a la cruz del cóndor entiendo por qué: de repente llegan buses cargados de rusos y polacos, en medio de la nada! Es más divertido mirar a los guiris que intentar ver los cóndores.
Turistas esperando que el cóndor pase |
Hay un bonito camino a lo largo del «Cañón» que merece la pena y veo un buen grupo de cactus florecidos bien bonitos, con colibríes gigantes (Patagonia gigas) bebiendo su néctar, un trepador andino y el glaciar Mismi al fondo.
Al final, al cabo de dos horas, cuando ya se han ido todos los rusos y polacos, aparece un cóndor bien lejos, y se ve tan y tan pequeño que parece una mosca.
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