¡Última etapa de Yep Yep Yep por Patagonia, subiendo por la carretera austral y visitando glaciares, pueblos y amigos! ¡Puedes mirar la aventura en este vídeo!
Uno de los aspectos interesantes que tiene viajar por Patagonia es ir cruzando la frontera entre Argentina y Chile, por la diferencia cultural y de paisaje. Los vientos húmedos del oeste arrastran lluvia en el lado chileno, mucho más verde, y nieve en el «Campo de Hielo Patagónico». Este aire, ya seco, cruza hacia Argentina donde al cabo de unos kilómetros forma la estepa, un terreno seco y agreste hasta llegar al atlántico.
¡Algunas fronteras entre Chile y Argentina son fáciles de cruzar en coche o bus y otras son más rupestres! Puedes ver un mapa de la ruta que seguí aquí:
De Torres del Paine al Chaltén
Salí de Torres del Paine y crucé hasta Calafate, en Argentina. Allí hay muchas cosas que hacer, de las más interesantes visitar el Perito Moreno (un glaciar que no crece ni decrece y que tiene una cara frontal con desprendimientos cada pocos minutos, realmente espectacular) y dos horas al norte de Calafate, visitar el Parque Nacional Los Glaciares, en Chaltén.
En Chaltén me reuní con mi amiga Allison y sus padres y estuvimos explorando el parque: la Laguna de los Tres, con vistas al pico Fitz Roy y la Laguna Torre con el Cerro Torre al fondo. ¡Incluso vimos un Huemul, un ciervo de esta zona bastante difícil de ver!
Este parque es increíble, con muchas caminatas de un día, campings y el pueblo del Chaltén tiene un ambiente muy agradable, con escaladores, locales modernos para comer, ¡y buenas heladerías! Hay una ruta más exigente, la Ruta del Cerro Huemul, de dos a cuatro días, para quien quiera emociones más intensas.
También aquí me reencontré con Ale, una amiga chilena que conocí en Barcelona. Con ella hicimos un viaje fantástico desde Chaltén hacia el Norte.
Del Chaltén a Villa ‘O’ Higgins
Salimos del Chaltén y cruzamos la Laguna del Desierto en barco, un lago que antes era chileno y ahora es argentino. ¡Al otro lado hay la travesía más pintoresca de fronteras que he visto nunca! La gendarmería argentina estaba a orillas del lago, con un campo de fútbol y un montón de gallinas que campaban a sus anchas. ¡Una vez nos pusieron el sello de salida, estábamos en tierra de nadie!
Subimos unos 5 kilómetros por un terreno bastante agreste donde gente que iba en bici sufría bastante. Acampamos en el borde de la frontera con Chile, y al día siguiente bajamos hasta Candelario Mansilla donde nos pusieron el sello de entrada a Chile y tomamos un barco hasta Villa ‘O’ Higgins.
De Villa ‘O’ Higgins a Coyhaique
Villa ‘O’ Higgins es un pueblo tranquilísimo, con una colina que se llama Cerro Bandera, donde se puede ver el pueblo y hasta vimos unos cóndores volando encima de nosotros.
Luego fuimos a Caleta Tortel, un pueblo muy bonito con pasarelas de madera entre las casas y sin coches. Es muy bonito ver cómo el agua sube y baja en función de las mareas.
Seguimos hacia el norte hasta Puerto Tranquilo, donde están las Capillas de Mármol, un espectáculo de la naturaleza que vale la pena explorar en barca.
De Tapera a Bariloche
En Coyhaique nos reunimos con Roberto y su familia y fuimos al río a remojarnos.
Al día siguiente fuimos a Tapera, sitio fronterizo con argentina, y observamos como Gauchos (cowboys argentinos) y Huasos (cowboys chilenos) compartían cultura y comida en un ambiente de hermandad. Asaron unos cuantos corderos, ¡y se bebieron todo el vino de la región! La relación entre los habitantes de ambos lados de la frontera pone de manifiesto las barreras artificiales que creamos los humanos con las fronteras.
Ale tomó un avión hacia Santiago, Roberto volvió a Coyahique, y yo fui a Bariloche, cruzando de nuevo por Futaleufú y Esquel, para observar una vez más los increíbles tonos azules del lago Nahuel Huapi al atardecer.
Saludos!
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